INMUNOLOGÍA
CONCEPTO DE
INMUNIDAD:
Conjunto de mecanismos
que un individuo posee para enfrentarse a la invasión de cualquier cuerpo
extraño y
para hacer frente a la aparición de tumores.
Esta cualidad se
adquiere antes del nacimiento y se madura y afianza en los primeros años de
vida. En los vertebrados implica que los organismos diferencian lo propio de lo
ajeno, es decir reconocen todos sus tipos celulares.
El Sistema
Inmune es
el responsable de conferir inmunidad. Este sistema, presente en invertebrados,
alcanza su máxima complejidad en los primates y seres humanos. La ciencia
encargada de estudiar estos procesos se denomina Inmunología.
EL SISTEMA
INMUNE:
Es un sistema
biológico complejo. Se encuentra distribuido por todos los órganos y fluidos
vasculares e intersticiales, excepto el cerebro, concentrándose en órganos
especializados como la médula ósea, el bazo, el timo y los nódulos linfáticos.
Presenta componentes
celulares: linfocitos, macrófagos y granulocitos y moléculas solubles:
anticuerpos, linfocinas y complemento.
Es el responsable de
conferir la inmunidad al actuar de forma coordinada todos sus
componentes.
Las células y
moléculas que participan en la defensa inmune llegan a la mayor parte de los
tejidos por el torrente sanguíneo que pueden abandonar a través de las paredes
de los capilares y al que pueden regresar por el sistema linfático.
DEFENSAS
INESPECÍFICAS O MECANISMOS INNATOS.
Están presentes en el
organismo de forma natural y se definen como el conjunto de mecanismos que
tienden a evitar la invasión de los microorganismos. Son de dos tipos: unos
impiden la entrada del agente invasor y otros lo combate una vez que ha
penetrado.
MECANISMOS
INNATOS EXTERNOS:
* Barreras
físicas.
La piel en los
animales, que gracias a la capa de queratina, que sufre continuas
descamaciones,
evita que penetren o
proliferen colonias de microorganismos. Así, sólo los espirilos con su efecto
de barrena pueden atravesar las mucosas.
* Barreras
químicas.
- Los orificios
naturales están tapizados por mucosas que segregan mucus con la finalidad de
englobar partículas extrañas para su expulsión. El moco posee además sustancias
que engañan a ciertos virus, haciéndoles creer que ya han penetrado dentro de
la célula, el virus suelta su ácido nucleico que se pierde en el exterior.
- También, la
presencia de fluidos en ciertas zonas, por ejemplo: las lágrimas, en los ojos o
la saliva en la boca, que lavan y arrastran los microorganismos impidiendo que
se instalen o que penetren. Además, estos fluidos contienen sustancias
antimicrobianas; por ejemplo: la saliva contiene lisozima, el semen, espermina,
etc. Como curiosidad se puede decir que las infecciones oculares son más
frecuentes en los hombres que en las mujeres.
- Las secreciones de
sustancias que modifican el pH dificultan la supervivencia de los gérmenes. Un
ejemplo es el HCl del estómago que no tiene una función digestiva sino
antimicrobiana o la secreción de ácidos grasos en la piel o de ácido láctico.
* Flora
autóctona.
Los microorganismos
presentes de una manera natural en ciertas partes de nuestro organismo, por
ejemplo, las bacterias que forman la flora intestinal, impiden que otros se
instalen, segregando sustancias o estableciendo competencia por los nutrientes.
MECANISMOS INNATOS INTERNOS
En caso de que el agente extraño logre salvar los anteriores obstáculos
intervienen respuestas tanto celulares como acelulares.
• Células asesinas
naturales (Natural Killer -NK). Son células linfoides que
se parecen a los linfocitos y
que provocan la muerte de los microorganismos, células infectadas, células tumorales o células ajenas. No se sabe cómo las reconocen. Las destruyen uniéndose a ellas y fabricando "perforina" una proteína
que, como su propio nombre indica, crea agujeros en la membrana de las
células atacadas matándolas. Son pues células citolíticas.
• Interferón. Son moléculas de naturaleza proteica segregadas por las células
infectadas por virus, que captadas por las células adyacentes, las estimulan a
sintetizar enzimas antivirales evitando la proliferación viral, inhibiendo la
replicación del genoma vírico, inhibiendo la síntesis de proteínas o activando
a las células NK para destruir a las células infectadas.
• El Complemento. Formado por complejos macromoleculares de proteínas que se sintetizan en el
hígado y circulan por la sangre donde constituyen un 15% de la fracción de inmunoglobulina del suero. Consta de un
conjunto de moléculas plasmáticas implicadas en una danza bioquímica
coordinada, cuya función es potenciar la respuesta inflamatoria, facilitar la
fagocitosis y dirigir la lisis de células, incluyendo la apoptosis (el suicidio
celular). Cuando se activa alguno de sus componentes por diversas sustancias
como polisacáridos o anticuerpos, se originan una serie de reacciones en
cadena. El complemento es uno de los componentes fundamentales de la respuesta
inmunitaria en la defensa ante un agente hostil.
• La respuesta
inflamatoria es parte de la inmunidad innata y se presenta
cuando los tejidos son lesionados por bacterias, traumas, toxinas, calor o cualquier
otra causa. Las sustancias químicas, incluyendo la histamina, bradiquinina,
serotonina y otras, son liberadas por el tejido dañado y hacen que los vasos
sanguíneos derramen líquido en los tejidos, lo que deriva en una inflamación
localizada. Esto ayuda a delimitar y aislar la sustancia extraña del contacto
con otros tejidos corporales.
DEFENSAS ESPECÍFICAS O MECANISMOS ADQUIRIDOS.
A lo largo del proceso evolutivo muchos microorganismos se han hecho
parásitos celulares, incluso de las células que nos defienden de ellos, los macrófagos. En estas circunstancias, la respuesta innata
no es eficaz. Es por esto que se han desarrollado defensas específicas contra
ellos. Estas defensas las lleva a cabo el Sistema
Inmunitario y al contrario que los mecanismos inespecíficos,
que siempre están presentes, únicamente se desarrollan como respuesta a la
invasión por un agente extraño concreto. Estas
respuestas son celulares: linfocitos y humorales: anticuerpos.
La característica de este sistema es que nos defiende específicamente de parásitos, órganos trasplantados, células
cancerosas, microorganismos y sustancias tóxicas fabricadas por ellos.
Los individuos nacen con un sistema inmunológico capaz de responder ante lo
propio y lo ajeno. Durante las primeras fases del desarrollo este sistema
"aprende" a reconocer lo propio y esta capacidad se denomina tolerancia inmunológica, cuando esta tolerancia
se pierde aparecen las enfermedades
autoinmunes. En ocasiones pueden producirse reacciones de hipersensibilidad: alergias, que son
respuestas del sistema inmunitario a sustancias que en principio son inocuas
(por ejemplo: el polen).
Las células y las sustancias que se comportan como extrañas para el
organismo y contra las cuales éste desarrolla una respuesta inmune específica se
llaman antígenos. Casi cualquier macromolécula (proteína o polisacárido, más concretamente)
con masa molecular de 5000 o más puede desencadenar la respuesta inmunitaria,
siempre que sea extraña al receptor.
Los nódulos linfáticos sirven como filtro de la circulación a los
microbios, partículas extrañas, restos tisulares y células muertas. Contienen
linfocitos y macrófagos y es en su interior donde ocurren las interacciones
responsables de la respuesta inmune.
LAS CÉLULAS DEL SISTEMA INMUNITARIO ADQUIRIDO
1) Los linfocitos Son células sanguíneas que se desarrollan a
partir de las células madres hematopoyéticas, presentes en la médula roja de
ciertos huesos, células pluripotenciales que dan lugar a todos los tipos de
células sanguíneas: glóbulos rojos (heritrocitos), glóbulos blancos
(leucocitos) y plaquetas.
Los lifocitos, uno de los tipos de leucocitos, son los responsables de la
especificidad inmunitaria.
Existen dos clases fundamentalmente:
* Los linfocitos T: Responsables de la inmunidad celular. Se originan
a partir de células de la médula
ósea que emigran al timo. Una vez maduran en el timo lo abandonan y se
instalan en los tejidos linfoides. La maduración en el timo se da poco antes
del nacimiento y algunos meses después.
Si se elimina el timo antes de esta transformación la respuesta inmunitaria
celular no se desarrolla.
Cada linfocito T puede reaccionar a un antígeno específico o un grupo de
antígenos “ sensibilizándose” lo que desencadena la respuesta inmunitaria celular. El linfocito T
específico aumenta de volumen, se divide activamente y produce un clon del que
se diferencian diversas subpoblaciones de linfocitos:
• Los lifocitos Tc
(citotóxicos) que destruyen las células infectadas y las
células tumorales.
• Los linfocitos Th-2
(linfocitos ayudadores tipo 2) que desencadenan la producción de anticuerpos por los linfocitos B.
• Los linfocitos Th-1
(linfocitos ayudadores tipo 1) que desencadenan una de las vías de la respuesta celular.
• Los linfocitos T
supresores (Ts): Inhiben la respuesta inmune cuando esta ya no es necesaria.
• Los linfocitos T de
hipersensibilidad retardada: Juegan un importante papel en las reacciones de
hipersensibilidad (alergias).
• Los linfocitos T
amplificadores: Aumentan desmesuradamente la actividad de los linfocitos
T (auxiliares y supresores) y de los linfocitos B.
• Los linfocitos T de
memoria: Son responsables de la memoria inmunológica. Responden
rápidamente a nuevas invasiones del antígeno
• Los linfocitos B. Son las células responsables de la inmunidad humoral, Se originan también
en la médula ósea y al parecer maduran también en ella. Se llaman así pues en
las aves maduran en la “bolsa de Fabricio”. Después de madurar, emigran al
tejido linfoide donde se instalan. Se piensa que cada individuo tiene del orden
de 100 000 000 de linfocitos B diferentes capaces cada uno de producir un
anticuerpo distinto. A lo largo del proceso de respuesta inmunitaria, por la
actuación de los linfocitos Th-2 darán lugar a:
• Las células plasmáticas:
responsables de la producción de anticuerpos
responsables de la inmunidad humoral.
• Las células plasmáticas
de memoria: Capaces de desencadenar una rápida producción
de anticuerpos ante una nueva entrada del antígeno.
2) Los macrófagos: Los macrófagos son células que se desplazan
con movimiento ameboide entre las células de los tejidos fagocitando a los
microorganismos, degradándolos y exponiendo moléculas del microorganismo o
fragmentos de estas en su superficie unidas a unas moléculas glicoproteicas
presentes en la membrana de todas las células denominadas moléculas del Complejo Mayor de Histocompatibilidad (MHC).
Es así como los linfocitos T pueden reconocer que un agente extraño ha
penetrado en el organismo. Las células presentadoras de antígeno pueden ser macrófagos u otras células del organismo.
Así pues, puede decirse que el sistema
inmunitario sólo reconoce lo "ajeno" si es presentado por lo
"propio".
LOS ANTICUERPOS. ESTRUCTURA DE LOSANTICUERPOS.
Los anticuerpos (Ac) o inmunoglobulinas son proteínas globulares que
participan en la defensa contra bacterias y parásitos mayores.
Circulan por la sangre y penetran en los fluidos corporales donde se unen
específicamente al antígeno que provocó su formación Son prótidos,
glucoproteínas (gamma globulinas). Son moléculas formadas por una o varias
unidades estructurales básicas, según el tipo de anticuerpo. Cada unidad está
formada por cuatro cadenas polipéptidicas iguales dos a dos. Dos cadenas
pesadas (H) y dos ligeras (L) y una cadena glucídica unida a cada una las
cadenas pesadas. Las uniones entre las subunidades proteicas se establecen por
puentes disulfuro.
Tanto en las cadenas ligeras como en las cadenas pesadas hay dos porciones,
la porción variable (en gris en la figura) diferente en cada anticuerpo y la porción constante (en blanco).
La porción variable es la encargada de reconocer al antígeno y de unirse a
él. Al haber tantos tipos de antígenos, debe de haber también muchos tipos de
anticuerpos que se distinguirán por su región variable. Es por esto que esta
región debe de tener una gran posibilidad de variación.
La región constante tiene función estructural y tiene menos variación,
aunque hay nueve tipos de regiones constantes distintas. De la región constante
va a depender, en cierto modo, la localización del anticuerpo. Así, según la
región constante que tengan unos van a localizarse en la saliva, otros pueden
pasar la placenta, etc. La región constante es también la parte que desencadena
la respuesta celular. Así, los
anticuerpos se unen a los microorganismos por su parte variable, esto hace
cambiar la región constante y este cambio es detectado por los macrófagos que
fagocitarán aquello que lleve anticuerpos pegados, por lo que los anticuerpos
libres en la sangre no desencadenarán la respuesta celular. Los anticuerpos
tienen además una zona bisagra. Esta zona es de gran importancia pues debido a ella se pueden adaptar
mejor y unirse mejor al antígeno. Ahora bien, al tener en ambos extremos
regiones variables va a poder unirse a dos antígenos diferentes.
Tipos de anticuerpos
Hay cinco tipos: Ig M, Ig G, Ig A, Ig D e Ig E . Se diferencian en
estructura, momento de la infección en el que aparecen, actividad y lugar donde
se encuentran (sangre, leche, saliva, etc.)
Los de tipo M (Ig M) son los primeros que se producen frente a una infección.
No tienen regiones bisagra, por lo que no se adaptan bien al antígeno. Ahora
bien, al ser tan grandes y tener tantos puntos de unión, si no se unen por una
parte, se unirá por otra y por eso son eficaces.
Aparecen también en la superficie de los linfocitos B como "antenas"
para recibir los anticuerpos.
Los de tipo G (Ig G) se generan después. Al tener regiones bisagra protegen
más eficazmente que los de tipo M. Pueden atravesar la placenta y proteger al
feto de las infecciones pues los fetos no tienen sistema inmunitario
específico, si lo tienen innato. La presencia de anticuerpos G indica que la
infección es un proceso antiguo.
Tipo A (Ig A): Aparecen después de los M. Son de alta afinidad. No se
encuentran en gran cantidad en el suero pero sí en las secreciones, saliva y
moco, pues atraviesan las mucosas. Pueden también pasar a la leche y proteger a
los lactantes. La pieza secretora y
la especial configuración que pueden adoptar los protege y evita que sean
degradados en ciertas zonas, como en el intestino, donde existen proteasas que
podrían destruirlos.
Tipo D (Ig D): Sustituyen a los M. Tienen la misma función que estos
pero tienen más afinidad y se unen más fuertemente. Aparecen también como
antenas en la superficie de los linfocitos B cuando estos contactan con el
antígeno.
Tipo E (Ig E): Son de alta afinidad. Tienen también la capacidad de
salir a las secreciones. Tienen mala fama, pues median en los procesos
alérgicos y de anafilaxis (alergia a huevos, mariscos, polen...). Su función es
la de eliminar parásitos, sobre todo gusanos. Promueven la acción de los
mastocitos y de los eosinófilos que producen proteínas que vacían a los
gusanos. Es de destacar que las infestaciones por protozoos y gusanos son más
corrientes que las infecciones bacterianas.
LA RESPUESTA INMUNITARIA ADQUIRIDA
Los organismos que desarrollan inmunidad adquirida van a reaccionar
desencadenando dos tipos de respuesta:
La respuesta inmunitaria humoral: El objetivo de esta respuesta es la producción de anticuerpos por las células plasmáticas. Estos se fijarán a los organismos y
moléculas extrañas con capacidad antigénica provocando una serie de reacciones
que conducirán a la destrucción de los agentes extraños, que serán fagocitados
por los macrófagos fundamentalmente. Esta respuesta se dirige sobre todo a los
agentes extraños, virus, por ejemplo, que salen de las células infectadas para
infectar nuevas células.
La respuesta inmunitaria celular: La respuesta humoral es poco eficaz si se trata de destruir a los agentes
extraños que están en el interior de las células del propio organismo. La
respuesta celular va dirigida a destruir estas células infectadas y a evitar
que los agentes extraños puedan seguir reproduciéndose en ellas. Ambas
respuestas actúan coordinadamente contra los agentes patógenos circulantes, los
que se encuentran en el interior de las células y las toxinas producidas por
ellos.
LA ESPECIFICIDAD ANTIGÉNICA Y SELECCIÓN CLONAL
El Sistema Inmunitario puede distinguir antígenos muy similares entre sí,
por ejemplo dos proteínas que únicamente se diferencien en un aminoácido. Por
lo tanto el Sistema Inmunitario puede responder a millones de antígenos
extrañosdiferentes de una manera altamente específica mediante la producción de
anticuerpos que reaccionan sólo con el antígeno que ha inducido su formación.
¿Cómo puede ser que teniendo sólo unas decenas
de miles de genes en nuestras células podamos generar hasta 100.000 .000
anticuerpos diferentes?
Esto es debido a que durante el desarrollo, cuando se generan los lifocitos
B, se producen combinaciones y recombinaciones entre los genes que producen los
protómeros que forman los anticuerpos. De esta manera se generan hasta 100.000.000
de lifocitos B diferentes, cada uno de estos linfocito B tiene en su
superficie celular unos receptores que se adaptan específicamente a un
antígeno distinto.
Posteriormente, si un antígeno se une a uno de estos receptores, el
linfocito se activa y se reproduce produciendo un clon de células que tendrán
todas ellas la misma especificidad antigénica (Teoría de la selección clonal). Es decir, la llegada
de un antígeno extraño estimula selectivamente a aquellas células que presentan
unos receptores complementarios y específicos del antígeno y por consiguiente
listas para dar una respuesta al mismo.
LA REACCIÓN ANTÍGENO ANTICUERPO
Las zonas del antígeno que se unen específicamente con el anticuerpo o con
el receptor de un linfocito, se denominan determinantes
antigénicos. Cada antígeno puede presentar varios
determinantes antigénicos diferentes que estimulan la producción de anticuerpos
y la repuesta de los linfocitos. Estas estructuras químicas, los determinantes antigénicos, son los responsables de
la especificidad de la respuesta inmunitaria. Al entrar en contacto antígeno y
anticuerpo se unen mediante enlaces no covalentes (F.
Van der Waals, Uniones hidrofóbicas, E. hidrógeno) y se desencadenan una
serie de procesos capaces de neutralizarlo y eliminarlo. La unión entre ellos
es reversible, depende de sus concentraciones y también de la afinidad, cuanto
mayor sea ésta, más proporción de moléculas estarán unidas. Las reacciones más
importantes entre antígeno y anticuerpo son las siguientes:
LA RESPUESTA PRIMARIA Y SECUNDARIA
Respuesta humoral primaria: Se produce la primera vez
que se entra en contacto con el antígeno (a los 7 días de la primera
infección). Las células plasmáticas producen anticuerpos IgM dosis moderadas
hasta que cesa la infección.
Respuesta humoral secundaria: Si se repite el ataque,
al cabo de días, incluso años, se desencadena la respuesta secundaria, más
rápidamente. Las células de memoria producen en poco tiempo (al cabo de unos 3
días) de 100 a 1000 veces más anticuerpos del tipo IgG (en ciertas situaciones
de los tipos IgA e IgE). También dura más tiempo, y su declive sea más lento.
INMUNOESTIMULACIÓN: VACUNAS Y SUEROS
Aunque el Sistema Inmunitario está capacitado para combatir y eliminar
células o moléculas ajenas, las enfermedades infecciosas siguen siendo una de
las principales causas de mortalidad, sobre todo en países subdesarrollados. En
los más industrializados se está produciendo un aumento de enfermedades que se
creían controladas como la tuberculosis, o la aparición de otras como el SIDA.
Es pues una preocupación actual la prevención de las enfermedades.
Denominamos profilaxis al conjunto de medidas tomadas para prevenir la enfermedad.
Los mecanismos para conseguir inmunidad los podemos resumir en:
a) La inmunidad adquirida activa.
- Natural: Cuando el propio sujeto desarrolla la
respuesta frente a antígenos concretos al estar en contacto con el agente.
- Artificial: Como la que se adquiere con la vacunación.
b) Inmunidad adquirida pasiva.
Se consigue cuando hay transferencia de anticuerpos fabricados activamente
por otro individuo. Puede ser:
- Espontánea: Cuando el paso de anticuerpos es de la madre al feto a través de la
placenta
o por absorción de la leche materna en los primeros días de lactancia.
- Artificial: La inmunidad adquirida pasiva se denomina artificial cuando los anticuerpos se administran en preparados
biológicos, como en el caso de los sueros.
VACUNAS
Son preparados antigénicos constituidos por microorganismos no virulentos,
muertos o por moléculas de estos desprovistas de toxicidad. Se obtienen a
partir de microorganismos u otros agentes infecciosos e inducen en el individuo
una inmunidad adquirida activa frente a esos agentes inoculados, con un mínimo de riesgos y de reacciones
locales y generales. Su objetivo es desencadenar la producción de células
inmunitarias de memoria.
Las vacunas deben tener dos propiedades:
- Eficacia, pues tienen que desencadenar la respuesta inmune correcta.
- Inocuidad, la vacuna debe estar desprovista de poder patógeno, logrando este
objetivo sin interferir en la respuesta inmune.
SUEROS
Mediante los sueros se consigue una inmunidad inmediata ya que los
preparados biológicos que inoculamos contienen los anticuerpos específicos que
la urgencia precisa.
Es una intervención rápida menos duradera e intensa que la provocada por la
vacunación.
El paciente no participa en la elaboración de moléculas, es por tanto una
inmunidad adquirida pasiva.
Existen dos tipos de sueros:
- Sueros homólogos: Son sueros obtenidos de humanos que poseen anticuerpos para un
determinado antígeno.
- Sueros heterólogos: Proceden de otras especies pero contienen anticuerpos para patógenos
humanos. De esta manera se obtiene, por ejemplo, las antitoxinas, que son sueros frente al veneno de las
serpientes, escorpiones, arañas, etc.
SEROVACUNACIÓN
Conjunto de medidas preventivas que combinan la vacunación con los
tratamientos con sueros adecuados.
Este procedimiento combina la administración del suero preciso con la
vacunación. El suero contiene anticuerpos que actúan en los primeros momentos
de urgencia y, posteriormente, se desencadena la inmunidad activa producida por
la vacuna. Se emplea, por ejemplo, en el tratamiento del tétanos, del botulismo
y de la rabia.
INMUNOPATOLOGÍA
Descripción del concepto de enfermedad autoinmune y algunos tipos de ellas.
Las células del sistema inmunitario linfocitos, macrófagos y otras han de
aprender a tolerar cada célula y cada proteína del organismo sin dejar de
atacar por ello a los invasores externos.
No obstante, se puede dar el caso de que algunos linfocitos inmaduros
respondan ante elementos del propio cuerpo. Ahora bien, normalmente, si una
célula inmunitaria reacciona ante un producto del propio organismo mientras se
está formando en el timo o en la médula ósea, suele ser destruida o, al menos,
inactivada por el propio organismo. Sin embargo, a pesar de este mecanismo de
seguridad, algunos linfocitos pueden escapar a la inactivación o destrucción y
desencadenar una respuesta inmunitaria contra moléculas o células del propio
organismo generándose una enfermedad autoinmunitaria.
Las enfermedades de autoinmunidad pueden afectar a cualquier órgano, si
bien algunos se ven afectados con más frecuencia que otros; por ejemplo: la
sustancia blanca del cerebro y de la médula espinal, en la esclerosis múltiple,
los revestimientos de las articulaciones, en la artritis reumatoide, las
células secretoras de insulina, en la diabetes mellitus juvenil. Ciertas
enfermedades autoinmunes destruyen las conexiones entre nervios y músculo
(miastenia gravis) y otras producen un exceso de hormona tiroidea en la
glándula tiroides (enfermedad de Graves). Las hay que producen ampollas en la
piel (pénfigo vulgar) o que destruyen los riñones y otros órganos (lupus
eritematoso sistémico).
Fenómenos de hipersensibilidad: alergias.
La respuesta alérgica es una intensa reacción de ciertos componentes del
sistema inmunitario contra una sustancia extraña que por lo general es
inofensiva.
Nota: )Por qué la
selección natural ha permitido que la alergia se haya extendido tanto? Se sabe
que ciertos rasgos de la alergia solo vuelven a darse cuando el sistema
inmunitario intenta erradicar parásitos. Así, el cuerpo sintetiza cantidades
elevadas de anticuerpos de tipo IgE tanto ante la presencia de alérgenos como
ante la de parásitos. Frente a otro tipo de invasores recurre a otro tipo de
anticuerpos.
Una hipótesis podría ser que el cuerpo desarrolló en
su origen la respuesta alérgica para hacer frente a los parásitos. Las personas
capacitadas por su dotación genética para organizar un ataque inmunitario
eficaz contra esos organismos sobrevivirían mejor que quienes carecieran de ese
mecanismo defensivo, habrían tenido mayor descendencia y sus hijos habrían
transmitido a su vez a los suyos esos genes. Así se extendería entre la
población humana el sistema de defensa contra los parásitos. Esta capacidad de
defensa ha permanecido útil allí donde abundan los parásitos. Sin embargo, el
sistema inmunitario de quienes ya no se encuentran con esos organismos
reacciona ahora libremente -aunque de forma contraproducente- ante otras
sustancias como el polen. En respaldo de esta tesis se ha observado que la
alergia es menos común en las naciones en vías de desarrollo que en las
industrializadas pero la investigación realizada en animales de experimentación
para someter a prueba la hipótesis no ha resuelto nada.
Se sabe que alérgenos diferentes provocan síntomas dispares, en parte
porque atacan al sistema inmunitario en diferentes puntos del organismo.
En el tracto respiratorio superior la respuesta inmunitaria errónea produce
estornudos y congestión nasal: rinitis alérgica. En el tracto respiratorio
inferior puede causar constricción y obstrucción de los bronquios,
participando, por lo tanto, en el desarrollo de síntomas asmáticos. En el
tracto gastrointestinal la actividad inmunitaria provoca a veces nauseas,
espasmos abdominales, diarrea y vómitos. Por último, si un alérgeno introducido
por cualquier vía llega a la circulación sanguínea puede inducir anafilaxis.
Aunque las manifestaciones externas de la respuesta alérgica varían, ésta
siempre se pone en marcha mediante un proceso silencioso de sensibilización.
Este proceso empieza cuando los macrófagos (2) degradan el alérgeno (1) y
muestran los fragmentos resultantes a los linfocitos T (3). Estos segregan
interleucinas (4) que hacen que los linfocitos B maduren y se transformen en
células plasmáticas que secretan inmunoglobulinas (5). Estos anticuerpos se
unen a sus receptores en los mastocitos (6) -glóbulos blancos no circulantes
que se encuentran en el tejido conjuntivo- y en los basófilos circulantes en
sangre (7).
En posteriores contactos entre el alérgeno y el organismo las moléculas de
alérgeno se unen a anticuerpos IgE de los mastocitos con lo que se desencadenan
una serie de reacciones que llevan a la secreción por parte de los mastocitos
de histamina y otras sustancias que serán los responsables de muchos síntomas
alérgicos.
El cáncer y la respuesta inmunitaria.
Las células cancerígenas se parecen a las células normales del cuerpo en
muchos aspectos. Aún así, actúan como células extrañas, reproduciéndose
rápidamente e invadiendo los tejidos. Además, las células cancerígenas tienen
antígenos en su superficie celular que difieren de los antígenos de las células
normales y pueden ser identificadas como extrañas por lo que, quizás, el
organismo pueda organizar una
respuesta inmunitaria.
Cada vez hay más pruebas que indican que el cáncer no sólo puede inducir
una respuesta inmunitaria sino que es un hecho que ésta se podría producir de
modo que las células cancerígenas fuesen suprimidas mucho antes de que se
detecte el cáncer. Los cánceres que se desarrollan representarían fallos
ocasionales del sistema inmunitario. Por lo tanto, si se refuerza la respuesta
inmunitaria, se podrá avanzar en el proceso de lucha contra el cáncer.
El S.I.D.A y sus efectos en el sistema inmune. Estructura del V.I.H.
El virus del S.l.D.A. 1 es un retrovirus, conocido como virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
Está constituido por dos moléculas de RNA acompañadas de dos o más moléculas
del enzima retrotranscriptasa (o transcriptasa inversa). Rodeando a la zona
central hay dos envolturas proteínicas distintas que, a su vez, están rodeadas
por una bicapa lipídica con glucoproteínas insertas. Las porciones
proteínicas de las moléculas superficiales contienen regiones constantes
idénticas de una cepa del virus a otra y regiones variables.
Ciclo del V.I.H.
Cuando el VIH entra en el organismo, las glucoproteínas externas se unen a
las moléculas CD4 de los linfocitos T cooperadores (también puede infectar
macrófagos), sin embargo,para entrar en el interior del linfocito necesita
fusionarse con la membrana celular. En 1996, un equipo de trabajo del Instituto
Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EEUU, encabezado por Edward
Berger, identificó en la cara exterior de la membrana de los linfocitos T una
proteína, a la que denominaron fusina, que permite la entrada del VIH en la célula.
Juntamente con la fusina, estos dos últimos años se han descubierto otras
moléculas, de función similar, que se denominan correceptores.
Una vez dentro de la célula, el RNA se libera de la cápsula que lo contiene,
y la transcriptasa inversa cataliza la transcripción inversa sintetizando un
ADN complementa-rio del ARN viral (3 y 4). Este ADN se incorpora a un cromosoma
de la célula hospedadora (5), en esta etapa el virus es extremadamente sensible
a los inhibidores de dicha enzima. A continuación comienza a replicarse (6)
originando nuevas partículas virales que salen del linfocito T (8) e invaden a
otros linfocitos u a otras células. Frecuentemente el linfocito T resulta
destruido.
1 Fue
identificado por primera vez en 1981 al observar la aparición en hombres
jóvenes de un tumor maligno (Sarcoma de Kaposi) que afecta a los revestimientos
endoteliales de los vasos sanguíneos y que hasta entonces sólo se había observado
en hombres de edad avanzada. En la misma época y también en hombres jóvenes se
detecta un incremento de neumonías e infecciones fatales del tracto intestinal
causadas por protistas ubicuos pero habitualmente inocuos. Anteriormente estas enfermedades
se habían observado en pacientes cancerosos y en receptores de transplantes
cuyos sistemas inmunes habían sido suprimidos. Estos hechos sugerían que la
causa era una supresión masiva del sistema inmune.
Las primeras imágenes del virus al microscopio electrónico
se identificaron, en febrero de 1983, en el Instituto Pasteur de París por el
profesor Luc Montaigner.
La hipotética función normal de esta proteína (fusina)
se desconoce, se sabe que está formada por 352 aminoácidos y que pertenece al
grupo de las proteínas receptoras G, conocidas como facilitadoras de la entrada
en la célula de los virus y otros agentes patógenos. Se sospecha que los
macrófagos tienen una proteína similar.
Recientemente se ha visto que. entre los mecanismos
que explican la resistencia de algunas personas probablemente inmunes a la
infección, existe también una causa genética. Alrededor de un 1% de la
población europea es deficiente para alguno de aquellos correceptores y, por
tanto, resistente a la infección por VIH.
Se sabe que la replicación del VIH se produce desde las fases muy precoces
de la infección y en tasas muy elevadas, por medio de continuados ciclos de
infección. Si el seropositivo no enferma hasta transcurrido un tiempo es porque
el organismo dispone de herramientas eficaces para hacerle frente.
En un solo día pueden originarse en una persona infectada del orden de 1000
millones de nuevas partículas víricas, produciéndose cada 48 a 72 horas la
renovación de buena parte de los virus circulantes y de los linfocitos infectados.
Esta situación se amplifica enormemente la variabilidad genética del virus, la
cual se produce como consecuencia de los errores de copia que tienen lugar
durante la transferencia de información desde el ARN viral hasta el ADN. Muchas
de las variantes genéticas originadas por mutación resultan no ser viables,
pero algunas sí lo son y llegan a formar un cúmulo de variantes que explicaría
por qué finalmente el sistema inmunitario acaba por fracasar, ante la
imposibilidad de mantener una lucha contra un enemigo tan inestable.
Algunas de las formas mutantes del virus implican cambios en la estructura
de los péptidos que actúan como determinantes antigénicos. Aunque muchos de
estos cambios no parecen afectar a la actividad del sistema inmunitario,
distintos investigadores han sugerido que algunos pueden hacer que determinado
péptido se vuelva invisible a las defensas del organismo (mutantes elusivos).
Este encadenamiento de determinantes antigénicos variables y mutantes
escurridizos explicaría la pervivencia de la infección y la
dificultad de erradicarla (además de complicar la búsqueda de vacunas).
Transmisión del V.I.H.
Los estudios epidemiológicos realizados en Europa, América, África y
Australia han documentado de forma reiterada que solamente hay tres formas de
transmisión del V.I.H.
- Por relación sexual (homosexual, bisexual, heterosexual) con personas
infectadas
- Por contacto con la sangre, hemoderivados, semen y los órganos
transplantados de personas infectadas
- Por transmisión de madre infectada a hijo. La mayor parte de las veces
antes del nacimiento y quizás durante el parto (transmisión perinatal)
Prácticas de riesgo.
- Compartir la misma jeringuilla o agujas sin desinfectar.
- Las relaciones sexuales con penetración anal, sin utilizar preservativos.
- Las relaciones sexuales con personas enfermas o portadoras, sin utilizar
preservativos.
- Otros tipos de relaciones en las que se puedan producir heridas entre las
personas con riesgo de contagio.
Rechazo de transplantes.
Desde hace algún tiempo se recurre a la técnica de transplantes para
solucionar situaciones que ponen en peligro la salud de un individuo.
En los transplantes se produce la eliminación del tejido o del órgano
dañado y la implantación de otro que reúna las condiciones adecuadas para la
supervivencia del receptor.
• En los autoinjertos
el transplante procede del mismo organismo y el tejido
simplemente es movido de una posición a otra. Esta situación siempre tiene
éxito si las técnicas quirúrgicas y asépticas son las adecuadas.
• También tienen éxito los transplante en los
que el donante y el receptor son gemelos genéticamente iguales.
• Otra posibilidad es entre individuos de la
misma especie pero genéticamente diferentes.
• También se realizan en algunas ocasiones
transplantes entre individuos de diferente especie, xenoinjerto, como entre el hombre y el cerdo.
En los dos últimos casos el tejido transplantado generará, por parte del
receptor, unarespuesta inmune destructiva que se denomina rechazo. Tiene su origen en la existencia de proteínas
de superficie en las membranas (moléculas del CMH), si éstas son reconocidas
como extrañas se desencadena la respuesta inmune específica.
Con el fin de evitar estos problemas, los inmunólogos de transplantes
realizan pruebas previas de histocompatibilidad.
La experiencia demuestra que algunos lugares anatómicos son privilegiados
y, en porcentajes elevados, no generan rechazo. Es el caso del transplante de
córnea. Por lo general, en todas las demás intervenciones debe tratarse al
paciente con inmunosupresores inespecíficos con el consiguiente riesgo de
enfermedades infecciosas en el postoperatorio, o también se puede aplicar un
tratamiento de inmunosupresión específica.
En la actualidad se está experimentando para obtener por ingeniería
genética y clonación cerdos cuyos tejidos no produzcan rechazo en la especie
humana y poder tener de esta manera una gran cantidad de órganos para
transplantes.
ANTICUERPOS MONOCLONALES
Si una sustancia extraña (un antígeno) se inyecta en el cuerpo de un ratón
o un humano, alguna de las células B de su sistema inmune se transformarán en
células plasmáticas y empezarán a producir anticuerpos que se unirán a ese
antígeno. Cada célula B produce un solo tipo de anticuerpo, pero diferentes
linfocitos B producirán anticuerpos estructuralmente diferentes que se unen a
distintas partes del antígeno. Esta mezcla fisiológica natural de anticuerpos
es conocida como 'anticuerpos policlonales'.
Un anticuerpo monoclonal es un anticuerpo homogéneo producido por una
célula híbrida producto de la fusión de un clon de linfocitos B descendiente de
una sola y única célula madre y una célula plasmática tumoral. Los anticuerpos
monoclonales (Mab, del inglés monoclonal antibody), son anticuerpos idénticos
porque son producidos por un solo tipo de célula del sistema inmune, es decir, todos
los clones proceden de una sola célula madre. Es posible producir anticuerpos monoclonales
que se unan específicamente con cualquier molécula con carácter antigénico.
Este fenómeno es de gran utilidad en bioquímica, biología molecular y
medicina. Para producir anticuerpos monoclonales, primero se extraen células B
del bazo de un animal que ha sido expuesto al antígeno. Estas células B son
fusionadas con células tumorales que pueden crecer indefinidamente en cultivo
celular. Estas células fusionadas híbridas pueden multiplicarse rápida e
indefinidamente, puesto que son células tumorales después de todo y pueden
producir gran cantidad de anticuerpos. Los hibridomas son diluidos y cultivados
para obtener un número diferente de determinadas colonias, las cuales producen
sólo un tipo de anticuerpo.
Los anticuerpos monoclonales se utilizan en muchos campos como:
– La investigación biomédica, como la identificación y clonación de genes,
la identificación y aislamiento de proteínas, la activación de enzimas.
– Diagnóstico: En medicina, gracias a la gran especificidad y capacidad
prácticamente ilimitada de los anticuerpos monoclonales para reconocer
cualquier estructura química, permite la detección de hormonas, vitaminas, citocinas;
la monitorización de drogas, detección de enfermedades infecciosas en
microbiología; la detección de alergenos en alergia, hematología, marcadores
tumorales e infartos de miocardio, aplicaciones forenses, inmunoescintografía.
En las ténicas diagnósticas se emplean diversas herramientas de biología
molecular como ELISA, EIA, citometría, inmunohistoquímica, inmufluorescencia.
Los anticuerpos monoclonales son unas de las sustancias más utilizadas en
los laboratorios de diagnóstico.
– Biosensores: Los anticuerpos monoclonales acoplados a transductores
electrónicos pueden detectar tanto moléculas orgánicas como inorgánicas como la
contaminación de metales pesados en alimentos y agua, detección de gases tóxicos,
etc. Un biosensor es un instrumento analítico formado por un material biológico
inmovilizado como una enzima, anticuerpo, célula entera, orgánulo o
combinaciones de los mismos, en íntimo contacto con un sistema transductor
adecuado que convierta la señal bioquímica en una señal eléctrica cuantificable.
– Tratamiento: Las aplicaciones terapéuticas constituyen el campo más
importante de los anticuerpos monoclonales, ya que son capaces de erradicar
ciertas infecciones y destruir células, incluidas las tumorales, mediante
distintos mecanismos. Por esta razón, son excelentes sustancias para el
tratamiento de enfermedades infecciosas, enfermedades autoinmunes, el cáncer o
en trasplantes para evitar el rechazo. Existen varios anticuerpos monoclonales
aprobados para su uso en determinadas enfermedades.